Lluvia desde el autobús. |
Decían que en Londres llovía mucho, pero desde que llegué sólo habían caído cuatro gotas y, las dos veces que las precipitaciones fueron algo más consistentes, tuve la suerte de encontrarme a cubierto. En las islas se encuentran muy preocupados por el asunto, ya que están viviendo la primavera más cálida desde que empezaron a registrar las temperaturas medias en 1910, según los datos de la Oficina de Meterología que recogió un periódico gratuito y los acompañó con una imagen de un terreno agrietado por la sequía.
Todo esto es cierto y ya empezaba a pensar que el clima seguiría así... hasta que me cayeron dos chaparrones el mismo día en el lapso de dos horas. El primero me pilló de camino a hacer unos recados y el segundo de vuelta a casa, en donde pude pegarme una ducha reconfortante para entrar en calor, ya que terminé caladito perdido. No me salvó ni la chaqueta impermeable que me compré en el Decathlon de Surrey Quays, igualita que la que adquirió hace dos agostos el emigrante inagotable en una de las delegaciones madrileñas del mismo establecimiento cuando íbamos camino del Sonorama, gran festival al que este año no podré acudir :-(
Desde entonces, lloviznas leves, aunque parece que el tema cambiará en breve.
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