En este diario de viajes compartiré algunas de mis vivencias sobre los diferentes lugares en los que he vivido: Madrid, Londres, Montevideo, Harbin y ahora Moscú. Cuando hable de alguien no pondré su nombre, si alguna vez patino confío en que me disculpéis. En la medida de lo posible y de que me apetezca, trataré de que el título o algunas palabras de cada entrada estén relacionados con diversos aspectos musicales y contengan enlaces para que podáis escuchar canciones. Espero que os entretenga.

La boda

A petición de varias personas, voy a escribir algo sobre la famosa boda de Guillermo y Catalina, más conocidos por Reino Unido como Wills y Kate. Durante los días previos recibí un aluvión de información sobre los preparativos, entre los que destaco que la novia reservó un hotel entero para sus invitados o que el hermano del novio tenía preparado un discurso incendiario para dar la nota, como acostumbra, aunque parece que finalmente se moderó.

En principio mis anfitriones y yo pensamos en acercarnos a la zona del recorrido de la comitiva nupcial para empaparnos del ambiente, pero se nos hizo tarde y terminamos viendo toda la ceremonia desde casa. La intención fue acercarnos después a lugares en los que instalaron pantallas gigantes y en los que habría juerga asegurada, pero tampoco lo hicimos. Eso sí, cuando nos dimos una vuelta por la noche vimos a mucha gente disfrazada que seguía de farra, imaginad cómo iban.

Por descontado, la emisión oficial corrió a cargo de la BBC 1, "la nacional", como siempre dice el otrora Flaco de Cabestreros. Poco a poco nos enteramos de los detalles: que el vestido de la novia (muy mal maquillada, según consensuamos en el hogar brixtoniano) era obra de Alexander McQueen, que su hermana está que cruje, que las primas del novio iban horrorosas, que el susodicho es un sieso hasta para besar a su cónyuge, que en el balcón la reina cortó por lo sano prontito...

Otros destellos que leí a posteriori fueron el discurso del suegro que nunca reinará, en el que se refirió a la novia como la hija que siempre quisieron tener y no tuvieron, o las críticas al narrador de la ceremonia, que se centró más en los famosos locales que en los miembros de las familias reales a los que enfocaban menos de lo habitual, parece ser. La prensa de todas las tendencias se volcó con el acontecimiento.












Pero lo que más me impactó fue la parafernalia en los bares, tanto a favor como en contra. Por ejemplo, en un pub de Clapham tenían colgada una gran Union Jack con la foto de la pareja y miles de banderitas pequeñas iguales, en plan fiestas de pueblo.


Al mismo tiempo, en otros lugares celebraron antifiestas y, aunque no me acerqué para conocer el ambiente, hice una foto.


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