Lo bueno es que casi cada vez que lo he hecho he visitado zonas distintas, con lo cual tengo una idea aproximada de lo que es la farra de esta ciudad. Incluso he visitado una de las catedrales del trance, lugar del cual me esperaba mucho más y del que me gustó una de sus salas pequeñas: allí pinchaban verdadera zapaTiga, como bautizamos a ese tipo de música durante la última edición de nuestro ineludible festival murciano.
El día que mejor me lo pasé fue al poco de llegar aquí, cuando un amigo y yo nos hicimos colegas de una española y varios italianos. Bailamos, cantamos, reímos, intercambiamos teléfonos para repetir la experiencia... y hasta ahora, a pesar de mis intentos. Todavía me resulta curioso cómo la gente que lleva varios años viviendo en suelo británico pero no es de aquí adquiere esa actitud de desapego autóctona, aunque quizá sea yo el idealista en ese sentido, who knows?
Es muy probable que mi perspectiva esté condicionada por el hecho de que no pueda compartir momentazos con muchos de mis grandes amigos del alma y mi bolsillo no esté para muchas alegrías -ya que sólo voy a pintas y todavía no me he tomado ningún chupito-, pero que queréis que os diga, me lo paso mejor en Madrid.
Como dice mi padre, siempre con una tía en una mano y una copa en la otra. |