En este diario de viajes compartiré algunas de mis vivencias sobre los diferentes lugares en los que he vivido: Madrid, Londres, Montevideo, Harbin y ahora Moscú. Cuando hable de alguien no pondré su nombre, si alguna vez patino confío en que me disculpéis. En la medida de lo posible y de que me apetezca, trataré de que el título o algunas palabras de cada entrada estén relacionados con diversos aspectos musicales y contengan enlaces para que podáis escuchar canciones. Espero que os entretenga.

Marcha

Desde que estoy en Londres no he salido mucho de marcha, tanto por no conocer aún a demasiada gente como de manera voluntaria, ya que en ese sentido aproveché con creces los últimos meses años en Madrid acumulando hat tricks J-V-S... y algún domingo latinero que otro.

Lo bueno es que casi cada vez que lo he hecho he visitado zonas distintas, con lo cual tengo una idea aproximada de lo que es la farra de esta ciudad. Incluso he visitado una de las catedrales del trance, lugar del cual me esperaba mucho más y del que me gustó una de sus salas pequeñas: allí pinchaban verdadera zapaTiga, como bautizamos a ese tipo de música durante la última edición de nuestro ineludible festival murciano.

El día que mejor me lo pasé fue al poco de llegar aquí, cuando un amigo y yo nos hicimos colegas de una española y varios italianos. Bailamos, cantamos, reímos, intercambiamos teléfonos para repetir la experiencia... y hasta ahora, a pesar de mis intentos. Todavía me resulta curioso cómo la gente que lleva varios años viviendo en suelo británico pero no es de aquí adquiere esa actitud de desapego autóctona, aunque quizá sea yo el idealista en ese sentido, who knows?

Es muy probable que mi perspectiva esté condicionada por el hecho de que no pueda compartir momentazos con muchos de mis grandes amigos del alma y mi bolsillo no esté para muchas alegrías -ya que sólo voy a pintas y todavía no me he tomado ningún chupito-, pero que queréis que os diga, me lo paso mejor en Madrid.

Como dice mi padre, siempre con una tía en una mano y una copa en la otra.

I predict a riot

Llevo varios días queriendo escribir algo sobre los recientes disturbios británicos. Todo comenzó con la muerte a manos de un agente de un señor, supuestamente armado. Para unos era un padre ejemplar, mientras que otros destacaban que era sospechoso de liderar una banda de delincuentes. La familia del fallecido fue a pedir explicaciones a la comisaría de turno, parece ser que una chica recibió unos palos de los defensores de la ley... y se armó el lío, primero en Londres y luego en otras ciudades.

Londres, ciudad sin ley.

Por todo lo que he visto, oído y leído, tanto en los medios de comunicación como entre mis amigos, cada uno analiza el asunto como le interesa, desde que todo es fruto de que los blancos se han comportado como negros en lo que se refiere a la cultura nihilista y los hábitos "gangsterianos" -según rebuznó en la televisión pública uno que se hace llamar historiador- hasta que los gobiernos conservadores son los culpables de todos los males, error que corrige un periodista del periódico global en español al mismo tiempo que ilumina a la gente sobre uno de los discos más influyentes de todos los tiempos, cuya portada hecha cartel adornaba mi salón. Incluso un británico considera que la sociedad española es mejor que la británica. ¿Será verdad?

¡No salgas esta noche!

Podemos aducir que la policía no se comportó de la mejor manera ni al principio ni cuando se vio desbordada por los acontecimientos, que no estuvo lo suficientemente expeditiva, que la sociedad es la culpable... Sin embargo, la gente no debe aprovechar la coyuntura para saquear y destruir sin decoro. ¿O es que acaso alguien piensa que les movía otro motivo? No había ni ideas, ni pancartas, ni propuestas: simple afán destructivo, como dice mi madre. En definitiva, considero que estos actos no tienen ninguna justificación y no puedo estar más de acuerdo con esta portada.

Los copiotas cretinos, traducción libre.